miércoles, 2 de marzo de 2011

3. RETOS DE CADA UNA Y DE TODAS


En el tercer momento del Encuentro, al ir concluyendo, abordamos los principales desafíos:

Personales

·       Considerar las dificultades que tenemos al dividir nuestra vida cotidiana entre lo personal y lo social.
·       Expresar nuestros deseos, reconocer que tenemos derecho a ellos y que a veces por temor hemos dejado aspiraciones vitales en el camino.
·       Mirarnos en otras mujeres, en sus temores y anhelos; animarnos y tener confianza.
·       Dejar de centrarnos en el dolor, porque a veces sufrimos de tal manera que no nos permitimos avanzar. Hacer a un lado las dolencias y ponernos al servicio de lo que queremos construir.
·       Abrir nuestro corazón, vencer el temor de compartir, seguir escuchado a nuestras hermanas  y recordar el saludo maya: “¿Cómo está tu corazón?”.
·       Enfrentar nuestras contradicciones y situación económica.
·       Reconocer que somos fuertes y también débiles, necesitadas; que requerimos trabajos dignos, y que aunque estamos enamoradas de nuestras comunidades necesitamos pensar en nosotras mismas.
·       Reforzar los trabajos y servicios que realizamos en nuestras comunidades.
·       Recordar que no estamos solas, que vamos haciendo caminos: “derribar muros, construir puentes y armar nidos”. 

Colectivos

·       Tejer redes de solidaridad, cuidado, apoyo y acompañamiento que nos permitan un mayor equilibrio entre el crecimiento personal y el compromiso social.
·       Fortalecer la salud, la economía, la espiritualidad, el liderazgo colectivo, los vínculos interpersonales, la espiritualidad y la formación teológica, bíblica y social.
·       Nutrirnos, alimentarnos y compartir para que todas tengamos vida en abundancia: “lekil kuxlejal”.
·       Que coordinadoras, ministras, celebradoras, tengamos otra manera de ver y sentir una nueva comunidad de esperanza.
·       Trabajar en la formación social, ecuménica e integral para alcanzar mayor plenitud personal y colectiva.

Concluimos invitándonos a no dejar solas a otras mujeres, a aprender a estar juntas y a hablar de nuestros acuerdos y diferencias. Agradecimos al Centro de Estudios Ecuménicos habernos convocado, propiciar que intercambiáramos experiencias y suscitar un espacio de confianza y escucha mutuas.

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